jueves, 19 de marzo de 2009

Ante el avance mundialista: ¡Disentir!

El mundo de hoy se mueve por guias de hierro invariablemente paralelas, como si fuera un tren que corre sin pausa hacia su destino. Esas guías son y han sido implantadas a costa de mucha sangre derramada, en aras de un mundialismo que ni siquiera podemos imaginar, pues lo que vemos es solo la punta del iceberg.
Definiremos mundialismo al sistema que implica una supresión de todo lo nacional, ya sea cultural, político, económico, racial, e incluso lingüístico ( nuestro idioma español ya esta siendo modificado por grandes enciclopedistas; si recorremos además nuestra America Hispana veremos que en muchos países se mezcla el idioma materno con un dialecto anglo-yanqui, sin que esto preocupe o moleste a nadie).
Mundialismo y globalización vienen a ser metafóricamente como el comunismo y la dictadura del proletariado para Marx: la globalización de las culturas es impuesta a sangre y fuego (cascos azules de la ONU) , fomentando la emigración desde países tercermundistas hacia los EEUU o Europa (véase la inundación inmigrante en Europa y a EEUU y las consecuencias a nivel político y cultural que provoca) y dejando a los países pobres con notoria carencia de ideas propias, ensanchando la brecha entre ricos y pobres adoptando medidas económicas ideadas desde los centros de poder financiero internacionales ( Sanguinetti proféticamente en los 60 admitía que nuestro verdadero gobierno era el FMI) para subyugar a sus pueblos y destrozar toda idea de Nacion o Patria . Luego vendría el Mundialismo, el estadio donde todos los seres humanos son iguales, hablan el mismo idioma , bailan los mismos bailes, idolatran los mismos dioses (económicos por cierto), se visten de la misma forma y lo mas triste: piensan igual. Dominados eso sí, por un conjunto de sátrapas encaramados en la cima del poder que dictarán y someterán cualquier arrebato de razón o espiritualidad que pueda surgir desde la “masa”.
Ante esta situación, y ya que el tren no parece descarrilarse, lo que resta es frenarlo de a poco. Disentir ante cualquier forma nueva de proyecto “alternativo” que solo distrae la atención o amaga a ir por otros carriles pero sigue el mismo fin. Disentir ante lo moderno y progresista, pues el progreso sería nada más ni nada menos que adelantarse hacia la meta del Mundialismo.
Si somos cada vez más los que decimos No, el tren se irá frenando…
Es que sin nosotros, la gente, el tren no va a ningún lado. Tenemos que ser concientes de que nos atraerán con nuevas opciones, “caramelos de madera”, para volver a engancharnos en el camino a la meta: la disolución de las patrias y culturas humanas.